Se diseñó un estudio con el fin de identificar a la gente que pudiera tener la mínima posibilidad de padecer fibrosis quística.Hasta la fecha, cuando un paciente presenta alguna enfermedad persistente se le practican estudios de laboratorio habituales para determinar la patología.
Sin embargo, adelantarse al padecimiento podrá ser posible con el uso de biomarcadores, pues con éstos es posible detectar en la persona determinada disposición a padecer una afección.
Aunque no se trata de una herramienta novedosa, el Centro de Biotecnología Genómica del IPN ha decidido emplear los biomarcadores en una nueva forma para identificar a personas propensas a padecer fibrosis quística, una enfermedad degenerativa y hereditaria que se caracteriza por abundante mucosidad del paciente.
Como el cuerpo humano secreta biomoléculas (proteínas con mayor diversidad de funciones), éstas fungen como biomarcadores dado que en ellas se pueden registrar los cambios bioquímicos, fisiológicos o morfológicos de una persona, que se asocian a la presencia de un patógeno y la reacción que conlleva en el organismo.
De esta actividad normal del cuerpo, el doctor Miguel Ángel Reyes López realizó una investigación enfocada a la combinación entre las proteínas interlucinas y moléculas, ya que con el estudio de dichos elementos se pueden identificar alguna anormalidad en el paciente.
En el caso específico de la fibrosis quística, las proteínas que se estudian son las interleucinas, citosinas y el factor tumoral, pues éstas fungen como biomarcadores en dicha enfermedad congénita, de carácter autosómicos recesivo; es decir, que requiere de los dos padres portadores para que el hijo presente dicha enfermedad.
Es por ello, que se diseñó un estudio con el fin de identificar a la gente que pudiera tener la mínima posibilidad de padecer fibrosis quística.
La investigación se aplicó en personas de los estados de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, en tres generaciones de personas nacidas en México (abuelos, hijos y nietos), lo cual garantizó contar con una población homogénea y de origen nacional.
Con este análisis, explicó el especialista politécnico, se observó que uno de los biomarcadores, el llamado interleucinas, sirve para el pronóstico preciso de la fibrosis quística.
“Esto quiere decir que los niveles de la proteína interleucina, encontrado en los pacientes que participaron en el estudio, estaban más altos en comparación con los niveles de la población en general, y con ello, se demostró que estaban predispuestos a padecer fibrosis quística y en algunos casos ya tenían la enfermedad”, explicó.
Lo que se buscó, expuso el especialista, fue un modelo que permitiera “detectar” en la población de aquellos estados la fibrosis, y determinar en qué zona del país podría estar la gente propensa a la enfermedad, pues aunque esta patología es muy frecuente en la población caucásica de Europa, de acuerdo a la Asociación Latinoamericana de Fibrosis Quística, uno por cada 800 personas podrían tener el gen y desarrollar la enfermedad.
Antes de esta tecnología, la fibrosis quística sólo se detectaba con una prueba en la que se manifestaba la mutación del gen delta 521, que de manera común provoca la enfermedad.
“Ese modelo que utilizamos para fibrosis, permitió darnos cuenta que los biomarcadores también se pueden utilizar para mostrar datos de otras enfermedades relacionadas a dicha patología como el asma”, explicó.
En esta investigación, además de aplicar el biomarcador para dicho padecimiento, se enfocó a emplear esta tecnología a patologías como el cáncer de mama.
Con este desarrollo del Centro de Biotecnología Genómica del IPN y la Universidad Autónoma de Nuevo León, se podrá “predecir” la fibrosis quística, el cáncer u otro tipo de enfermedad, porque los biomarcadores establecen los niveles fuera de lugar de dichos padecimientos.
De lo que se trata, explicó Reyes López, es hacer un diagnóstico y correlacionarlo en lo que ocurre en el cuerpo respecto a una enfermedad, y “comparar” a la población normal con personas que tienen antecedentes del padecimiento y buscar el diagnóstico con el fin de anticiparse a la patología.
En este trabajo también participan las doctoras Rocío Ortiz López, Celia Noemí Sánchez Domínguez, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y se ha contado con el apoyo del Conacyt y la Secretaría de Investigación del IPN.
Fonte:
http://www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=409702 
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