Bernabé posa en su domicilio: 'Lo principal que intento transmitir ahora es el regalo que me hizo la vida'.
Bernabé Vicente, chófer de Villavesa, fue intervenido en 1992 en Pamplona.
Bernabé Vicente, chófer de Villavesa, fue intervenido en 1992 en Pamplona.
Bernabé Vicente García entró en 1992,
cuando tenía 59 años, en un quirófano para un trasplante de hígado.
Antes de dormirse por la anestesia le pidió a su médico que le
consiguiera cinco años más de vida; ahora, ya lleva veinte.
En 1977, Bernabé, natural de Padilla de Abajo, en Burgos, trabajaba
como conductor de transporte urbano en Pamplona. En una revisión de la
empresa le detectaron la hepatitis, "aunque entonces no sabían de qué
tipo era". "Estuve tres meses de baja y después me dieron el turno
partido". En el 89 fue a la Clínica Universidad de Navarra y allí le
descubrieron que la "hepatitis era C de geotipo 1, la peor de todas".
Los medicamentos que le dieron, Interferon y Ribavirina, no terminaban
de curarle, y en el 92 ya le aseguraron que lo que necesitaba era un
trasplante. "En el médico me dieron un busca, que ahora ya no dan, y me
dijeron que me avisarían cuando hubiera un órgano disponible". Un 28 de
noviembre, solo catorce días después, llegó la esperada noticia. "A las
dos menos cinco, antes de comer, llamaron. Y aunque no era el primero de
la lista, no pudieron contactar con el señor de Valladolid al que le
tocaba y, como los órganos no pueden esperar, me avisaron a mí",
recuerda. Un chico joven en San Sebastián tuvo un accidente de moto y la
decisión de sus padres de donar los órganos fue lo que salvo la vida a
Bernabé, al que ya le habían asegurado que su hígado no duraría más de
dos meses. A las 18.30 horas, Bernabé pasó a la antesala de operaciones. Allí le estaba esperando un doctor que le dijo que le iban a hacer "el anagrama del Mercedes". Esto es una anécdota que él suele contar porque no entendió lo que el médico le decía hasta pasados varios meses cuando en una conferencia se enteró de que le llamaban así a la apertura que hacían en el abdomen, porque tenía la forma del logo de la famosa marca de coches. Tras cuatro días en la UCI y diez ingresado, Bernabé salió de la CUN. Operado y con una segunda oportunidad. Desde ese día su vida cambió, ya que "había estado mucho tiempo con dolores, haciendo una dieta muy estricta y gastando mucho dinero en tratamientos, hasta que al final un acupuntor al que acudía me dijo que lo que yo tenía era incurable". Para él ese hombre le dijo la "verdad pero, aún y todo, la realidad es que sí que pude salir adelante". Ahora se siente bien, a pesar de que para evitar rechazos no puede tener demasiados anticuerpos, por lo que al mínimo frío se "agarra un buen catarro, pero con cuidarme, todo arreglado".
Este camino Bernabé no lo ha recorrido solo, sino junto a su mujer, Asunción Sáenz Ullate, de 76 años. Para ella "fue una gran alegría" volver a verle "sin dolor". "Estuvo muchos años pasándolo muy mal". Asunción suele recordar cuando se conocieron, "él trabajando en la villavesa y yo como pasajera, me gustaba mirarle cómo se reflejaba en el espejo del conductor". Desde el año 72 están unidos, y la enfermedad no ha conseguido separarles lo más mínimo, aseguran. "Cuando uno ha estado operado el otro le ha cuidado siempre". Aunque durante el proceso postoperatorio no pudieron estar demasiado juntos "porque en la clínica le dijeron que no tenía que quedarse, que la habitación era pequeña y él iba a estar muy bien atendido".
espíritu solidario La historia de Bernabé demuestra que el espíritu solidario de una persona puede salvar la vida a otra. Por eso, desde hace años Bernabé recorre escuelas navarras con la Asociación de Trasplantados y Enfermos Hepáticos de Navarra (ATEHNA) para concierciar a las nuevas generaciones de lo importante que son los trasplantes. "En las visitas les ponemos un vídeo en el que un padre impide que su hijo, que va a fallecer, done los órganos. El hijo fallece y es enterrado, pero años más tarde el padre sufre una enfermedad y necesita un trasplante. Es en ese momento cuando recuerda lo que le decía a su hijo", explica Bernabé.
La asociación reparte unas tarjetas de donantes, que son "un documento que testimonia nuestro deseo de ser donante de órganos". Aunque no tiene valor legal, para hacer efectivo nuestro deseo de ser donante es necesario comunicárselo a nuestros familiares. Lo principal que Bernabé quiere transmitir desde la asociación es "el regalo que me hizo la vida". Este espíritu solidario le viene de familia, ya que sus padres, que eran panaderos en el pueblo, acogían en su panadería a personas pobres para que se calentaran junto al horno. La asociación le mantiene "muy ocupado, me gusta mucho colaborar en todo lo que puede" pero además también suele "acudir a los civivox, nadar, salir a dar largos paseos y, sobre todo, pintar". La pintura ha sido desde joven una de sus grandes aficiones y sigue siéndolo. Tiene toda la casa llena de sus cuadros y ahora está preparando uno nuevo para un amigo que tiene una sidrería en Zulueta.
Bernabé pasó de verse con "unos mese de vida a vivir veinte" y además con mucha más calidad. "Antes ni salía, ni hablaba con nadie" pero desde la operación "volví a vivir". Como anécdota recuerda los primeros huevos que se comió tras el trasplante, ya que antes por el régimen no podía comer este alimento.
Fonte: http://www.noticiasdenavarra.com/2012/10/31/sociedad/navarra/una-vida-plena-gracias-a-la-donacion
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