Fotograma de 'La piel que habito', dirigida por Almodóvar.
Ya se ha escrito mucho, tanto a favor como radicalmente en contra, sobre 'La piel que habito', la nueva película de Pedro Almodóvar. Pero lo que de momento nadie ha resaltado es que se trata de la primera película del cineasta manchego inspirada, desde su primera escena (ubicada en el 'Toledo de 2012') hasta los títulos de crédito (proyectados sobre una doble hélice de ADN), en la ciencia del siglo XXI, sus extraordinarias posibilidades y sus inquietantes riesgos.
De hecho, podría decirse que el filme es una provocadora (y muy 'almodovariana') relectura del mito del doctor Frankenstein, el científico enloquecido que se atreve a 'fabricar' una criatura en la clandestinidad y paga muy cara la osadía de ‘jugar a ser dios’.
No quiero entrar demasiado en los detalles de la trama, ya que ésta es una película que se disfruta (o al menos este periodista científico la ha disfrutado) desentrañando poco a poco un enigmático planteamiento inicial. Pero sin reventar la sorpresa a los lectores que todavía no la hayan visto, me gustaría destacar cómo la película construye lo que The Guardian ha definido como un 'embriagador thriller psicosexual', sobre los cimientos de algunos de los avances científicos más espectaculares de los últimos años.
El punto de partida de la película, por tanto, se fundamenta en trasplantes reales que han tenido un enorme impacto en todo el mundo, y que han roto un gran tabú al reconstruir rostros (un aspecto crucial de la identidad de las personas) con tejidos extraídos de donantes fallecidos. De hecho, algunas de las imágenes de trasplantes que muestra el médico interpretado por Banderas al principio de la película, cuando presenta sus hallazgos en un congreso médico, se parecen muchísimo a las de operaciones reales que han publicado en los últimos años todos los periódicos.
Todos estos avances son realidades que ya existen, aunque de momento sólo sea de manera muy preliminar. De hecho, al ver la película, uno tiene la sensación de que a Almodóvar le debe inspirar la lectura de las páginas de Ciencia de los periódicos, y que quizás haya utilizado reportajes sobre los avances de la genética y la medicina regenerativa al documentar y elaborar su guión (una adaptación muy personal de la novela 'Tarántula' de Thierry Jonquet).
Eso sí, sobre la base de algunos avances de la ciencia real su imaginación echa a volar sin límites y Almodóvar juega con la fantasía de un cirujano capaz de reconstruir, remodelar y reconfigurar a las personas a su antojo, con tejidos fabricados en su laboratorio.
Analizada fríamente, la historia puede parecer ridículamente inverosímil, pero el hecho de que tenga raíces en avances científicos reales, unido a la arrolladora fuerza interpretativa, visual y musical de la película, la hacen creíble. El resultado, al menos subjetivamente para este espectador, es una fábula inquietante sobre el lado oscuro del animal humano, ese insólito primate 'evolucionado' capaz de utilizar su sofisticada creatividad e inteligencia para torturar de la manera más despiadada a sus semejantes.
Fonte: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/09/06/ciencia/1315295990.html
De hecho, podría decirse que el filme es una provocadora (y muy 'almodovariana') relectura del mito del doctor Frankenstein, el científico enloquecido que se atreve a 'fabricar' una criatura en la clandestinidad y paga muy cara la osadía de ‘jugar a ser dios’.
No quiero entrar demasiado en los detalles de la trama, ya que ésta es una película que se disfruta (o al menos este periodista científico la ha disfrutado) desentrañando poco a poco un enigmático planteamiento inicial. Pero sin reventar la sorpresa a los lectores que todavía no la hayan visto, me gustaría destacar cómo la película construye lo que The Guardian ha definido como un 'embriagador thriller psicosexual', sobre los cimientos de algunos de los avances científicos más espectaculares de los últimos años.
Reconstruir rostros
En primer lugar, el protagonista del filme interpretado por Antonio Banderas es un cirujano plástico que se ha convertido en una estrella internacional de la ciencia tras realizar varios de los primeros trasplantes de cara del mundo. El tema seguro que les sonará a muchos espectadores de la película, ya que es en España, concretamente en el Hospital La Fe de Valencia, donde el doctor Pedro Cavadas realizó uno de los primeros trasplantes faciales del mundo. Además, hace pocos meses, este mismo médico también ha logrado otro hito internacional, al llevar a cabo el primer trasplante doble de piernas.El punto de partida de la película, por tanto, se fundamenta en trasplantes reales que han tenido un enorme impacto en todo el mundo, y que han roto un gran tabú al reconstruir rostros (un aspecto crucial de la identidad de las personas) con tejidos extraídos de donantes fallecidos. De hecho, algunas de las imágenes de trasplantes que muestra el médico interpretado por Banderas al principio de la película, cuando presenta sus hallazgos en un congreso médico, se parecen muchísimo a las de operaciones reales que han publicado en los últimos años todos los periódicos.
Inspirado en avances reales
Sin embargo, el trasplante de cara no es el único avance científico de los últimos años sobre el que Almodóvar ha forjado el guión de su película. La posibilidad de generar piel artificial, sobre todo para personas desfiguradas por quemaduras, es el otro gran hito que ha alimentado su imaginación (y el título de su película), unido a la posibilidad de mezclar material genético de animales con embriones humanos para fabricar tejidos 'bioartificiales' en trasplantes.Todos estos avances son realidades que ya existen, aunque de momento sólo sea de manera muy preliminar. De hecho, al ver la película, uno tiene la sensación de que a Almodóvar le debe inspirar la lectura de las páginas de Ciencia de los periódicos, y que quizás haya utilizado reportajes sobre los avances de la genética y la medicina regenerativa al documentar y elaborar su guión (una adaptación muy personal de la novela 'Tarántula' de Thierry Jonquet).
Eso sí, sobre la base de algunos avances de la ciencia real su imaginación echa a volar sin límites y Almodóvar juega con la fantasía de un cirujano capaz de reconstruir, remodelar y reconfigurar a las personas a su antojo, con tejidos fabricados en su laboratorio.
Analizada fríamente, la historia puede parecer ridículamente inverosímil, pero el hecho de que tenga raíces en avances científicos reales, unido a la arrolladora fuerza interpretativa, visual y musical de la película, la hacen creíble. El resultado, al menos subjetivamente para este espectador, es una fábula inquietante sobre el lado oscuro del animal humano, ese insólito primate 'evolucionado' capaz de utilizar su sofisticada creatividad e inteligencia para torturar de la manera más despiadada a sus semejantes.
Fonte: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/09/06/ciencia/1315295990.html
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