quinta-feira, 1 de novembro de 2012

Más sobre Mariló en el Día de Difuntos



     Vuelvo a las andadas de la incorrección política. Me acuso de pecar contra el undécimo mandamiento de las Tablas de la Ley de la Sacrosanta Solidaridad. Me acuso de romper el universal consenso existente en torno a ella. Me acuso de ser un mal español, habida cuenta de que mis compatriotas, triunfalistas siempre, han conseguido para España el honroso título vagamente olímpico de ser el país donde más órganos se donan (o se arrebatan) para atender a las necesidades del negocio, no siempre caritativo, de los trasplantes. Me acuso de carecer de propósito de enmienda...
     Sarcasmos y bromas aparte, seré, lector, sincero y admitiré que me ha temblado el pulso en el instante de decidir si publicaba o no lo que aquí se lee. Estoy fusilando, en realidad, un texto mío de hace ya bastantes años, incluido en una obra titulada El sendero de la mano izquierda. Entonces no suscitó escándalo, pero es muy posible que lo suscite ahora.
     Soy imprudente, pero no insensato. Sé a lo que me expongo, pero como no escribo para que me quieran más -eso es una memez suscrita por algunos de mis colegas- ni tampoco menos, renuncio a la estrategia de la restricción mental, me acojo a la evidencia de que tan envilecedora es la mentira por omisión como por comisión y salgo a campo abierto.
     El temblor de mi pulso no obedecía tanto al temor a lo que de mí dirán por lo que aquí digo cuanto a la perplejidad. Intentaré explicarlo...
     No estoy seguro de mis palabras y lo que es peor: sé que nunca lo estaré. Es imposible, aunque haya atisbos, verificar de modo fehaciente la hipótesis que voy a plantear.
     Se trata sólo de eso, de una hipótesis, y yo, a fuer de incrédulo razonable, no puedo descartarla porque sí, sin análisis ni argumentos que la desactiven, atendiendo sólo a los prejuicios de quienes nunca se apean de la noria de las ideas recibidas sin reparar en que el discurso dominante siempre tiene fecha de caducidad.
     Tampoco sé lo que haría en el caso de que las vueltas de la puta vida me pusieran en la tesitura de necesitar un trasplante de órganos para mí o para los míos. Confío, al decir esto, en que, por coherencia, no lo solicitaría ni lo aceptaría, pero sé que al expresar tan heterodoxa opinión estoy mirando los toros desde la barrera. Hay ateos rematados que en el momento de morir llaman a un cura y también la coherencia suele tener fecha de prescripción. Sólo puedo decir ahora lo que Bartleby decía: "Preferiría no hacerlo". De eso sí que estoy seguro.
     Las tradiciones sagradas sostienen que el rito de paso de la muerte -o de lo que los médicos entienden por tal- no es irreversible, digan lo que digan los encefalogramas, hasta que se produce la ruptura del fantasmagórico cordón de plata. Sirve éste, entre otras cosas, para mantener conectado el cuerpo físico con las envolturas que a modo de capas de cebolla lo rodean: la vital, la etérica, la mental, la emocional, la espiritual...
     Hasta la llegada de ese momento, que puede demorarse un máximo de tres días contados a partir del instante en el que se produce (o, por lo menos, se define) la muerte clínica, los órganos corporales -provistos de una especie de memoria genética, celular y mecánica en la que están depositados y registrados los recuerdos fisiológicos de la vida de la víscera en cuestión- quizá transmitan al alma del moribundo, caso de que exista, cosa que yo no sé, datos que le serán útiles en el trance de la agonía e inmediata desencarnación.
     Quizá, digo... Tan susceptibles de error son las tradiciones sagradas como las profanas.
     De ser todo esto cierto, y ni yo ni nadie puede estar seguro de que lo sea, pero ojo, tampoco de lo contrario, cabe llegar a la lógica (no mágica) conclusión de que la ausencia de un determinado órgano -tome nota el donante- o la presencia de un órgano ajeno -considérelo el supuesto beneficiario de la donación- en los entresijos de quien está muriendo generaría, por falta de información (o por información, en cuanto ajena, inadecuada) un estado de confusión cognoscitiva nada deseable en momentos tan delicados como se supone que lo son los del tránsito a la posible, aunque no probable, dimensión escatológica de la vida humana.
    Y no sólo en ellos: también podrían derivarse de ambas situaciones -la de la ausencia de un órgano propio y la de la presencia de un órgano ajeno- fastidiosas y, como mínimo, desconcertantes perturbaciones de la personalidad en el decurso de nuestra estancia en la tierra.
     Hay ya literatura al respecto, aparte de la que acaba de proporcionarnos la actriz francesa (ni siquiera recuerdo su nombre) que motivó el comentario de Mariló. Leí hace diez o doce años el testimonio -un libro entero del que tampoco recuerdo el título, aunque anda por mi biblioteca- aportado por una señora estadounidense que se transformó poco a poco en lesbiana, sin desearlo, sin conseguir evitarlo y, por supuesto, sin haberlo sido ni por asomo con anterioridad, después de someterse a una intervención quirúrgica en el curso de la cual se le trasplantó con éxito no recuerdo ya qué órgano procedente de un donante de sexo masculino.
     Así las cosas, y ante la imposibilidad de saber a ciencia cierta si tiene o no fundamento la aprensión de Mariló en lo concerniente a recibir órganos de un asesino, sopese el lector las cosas y decida por su cuenta si era o no legítimo decir lo que la citada dijo y si se ha convertido por ello, caso de que lo sea, en injusta víctima de una cacería de brujas organizada por los mojigatos, por los buenistas y por quienes en nombre de la ciencia renuncian, curiosamente, a lo que constituye el fundamento de la misma: no descartar a priori ninguna hipótesis, por extraña que pueda parecer.
      De haberse hecho así en el pasado, y a menudo se ha hecho, aunque con escaso éxito, seguiría suscribiendo la física actual el ingenuo atomismo de Demócrito y nada sabríamos del heliocentrismo de Galileo, de la ley de gravitación de Newton, de la relatividad de Einstein, de la física cuántica, de los fractales ni del acelerador de partículas, por poner sólo seis ejemplos de apabullante envergadura.
     El dilema de Mariló, sea como fuere, sólo se le planteará a quienes admitan, así sea a título de mera hipótesis (es mi caso), la existencia de un alma inmortal. Los materialistas, los reduccionistas y, en general, los escépticos y ateos a rajatabla pueden pasar de largo ante el problema frotándose las manos con la acostumbrada sonrisilla de superioridad. El establishment los considerará progresistas -o progres, a secas- y cerrará filas con ellos. En TVE ya lo han hecho.
     Dejémoslo, pero no sin incluir una apostilla en forma de pregunta: ¿qué sucederá, si el delirio cristiano y paulino de la resurrección de la carne resultase -contra todo pronóstico- cierto, el día del Último Juicio en lo concerniente a los copropietarios (donante y receptor) de un mismo órgano exitosamente trasplantado?
    ¿Se darán de puñadas allí mismo, en presencia de Dios Padre, de su Hijo bien amado, del Paráclito, de las once mil vírgenes, de los coros angélicos y de todos los partícipes en la comunión de los santos, vulgo difuntos, reivindicando la posesión de la víscera portátil y postiza, o tendrá que convertirse Jesús en émulo de Salomón partiendo por la mitad con su espada justiciera riñones, pulmones, corazones, hígados, testículos, tetas, ovarios y otros mondongos de menor cuantía?
     Responda el lector mientras yo me lavo las manos no sin formular antes una última advertencia referida exclusivamente a España (ignoro lo que sucede en otras partes): si no quiere Ud. que inmediatamente después de morir en un hospital -o incluso al hilo de las penúltimas boqueadas- despiecen su cadáver, consígnelo por escrito ante notario. De no hacerlo, si muere aquí y no puede permitirse el lujo -baratísimo- de morir en casa, dese por descuartizado.
     Aprovecho la ocasión para dejar pública constancia de que mi cuerpo debe ir a parar íntegramente a su sepultura en el cementerio de Castilfrío (no deseo la fogata). Quizá resulte ociosa la advertencia, pues no creo, dada mi ya vetusta edad, que los despojos de mi cadáver sean objeto de codicia alguna ni sirvan a su posible destinatario para mucho.
     Dicho queda. La ley, hasta que no la cambien (que lo harán), me reconoce ese derecho. ¿Te parezco, Arcadi, tan despiadado e inhumano como te lo parece Mariló?
                                                                            www.sanchezdrago.com

Fonte: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/dragolandia/2012/11/01/mas-sobre-marilo-en-el-dia-de-difuntos.html

Sem comentários:

Enviar um comentário

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

SIC - DIA MUNDIAL DO NÃO FUMADOR - Testemunho Sandra Campos (Transplantada Pulmonar por FQ)

TV GALIZIA - Testemunho de Sandra Campos

agalega.info - Videos das noticias dos informativos da TVG

SIC - "Programa Companhia das Manhãs" - 14.10.2009

SIC - Fátima Lopes - Entrevista com Sandra Campos e Célia - Junho 2009 (2/2)

SIC - Fatima Lopes - Entrevista com Sandra Camps e Célia - Junho 2009 (1/2)

TVI- Jornal Nacional - Caso chocante de Açoriano que espera Transplante Pulmonar - 2008

SIC - Fátima Lopes Ago.2008 (2/2)

SIC - Fátima Lopes Ago.2008 (1/2)

TV Ciência - Testemunho de Vida - A F.Q e o Transplante Pulmonar



Obrigada a toda a equipa da TV Ciência pela oportunidade de divulgar esta doença rara chamada Fibrose Quistica. Não se falou nos Transplantes Pulmonares mas gostaria de deixar aqui a esperança para todos os que sofrem desta doença que o Transplante Pulmonar pode ser a única salvação numa fase muito avançada e terminal da F.Q.

SIC - Grande Reportagem Fev. 2007 (6/6)

SIC - Grande Reportagem - Fev. 2007 (5/6)

SIC - Grande Reportagem Fev.2007 (4/6)

SIC - Grande Reportagem - Fev.2007 (3/6)

SIC - Grande Reportagem Fev. 2007 (2/6)

SIC - Grande Reportagem Fev 2007 (1/6)

2005 - Sandra Campos - TV Localia (Depois do Transplante) (2/2)

2005 - Sandra Campos - TV Localia - La Corunha (Depois do Transplante) (1/2)

2005 - Sandra Campos - TV Localia La Coruña (antes do Transplante Pulmonar) 2/2

2005 - Sandra Campos - TV Localia La Coruña (antes do Transplante Pulmonar) (1/2)

Preparação para a Grande Reportagem SIC - Fev. 2007

Preparação para a Grande Reportagem SIC - Fev. 2007
Jornalista Susana André e Reporter de Imagem Vitor Quental

Preparação para a Grande Reportagem da Sic - Fev.2007

Preparação para a Grande Reportagem da Sic - Fev.2007
Reporter de Imagem Vitor Quental

La Corunha - Hospital Juan Canalejo

La Corunha - Hospital Juan Canalejo
Hotel de Pacientes - Vários Portugueses salvos por um Transplante Pulmonar

Uma vida é pouco para mim

Uma vida é pouco para mim
O meu lema de vida - Dia do meu Transplante Pulmonar