A un trasplante pulmonar no se llega de la noche a la mañana. El camino suele ser largo y, por suerte, hoy contamos con un montón de recursos que nos ayudan a hacerlo aún más largo si cabe. ¿Qué puede llevarnos a necesitar un trasplante? Pues fundamentalmente una enfermedad. O más bien varias. ¿La más común? La enfermedad pulmonar obstructiva crónica, más conocida como EPOC. A esta le siguen la fibrosis pulmonar, la fibrosis quística, deficiencia de alfa1 antitripsina (un trastorno genético hereditario) y la hipertensión pulmonar. No todas estas enfermedades se pueden prevenir pero sí que se pueden tomar algunas medidas que nos eviten acabar irremediablemente en un trasplante.
¿En qué consiste el EPOC?
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica EPOC se produce por estrechamiento y daño en las paredes de las vías respiratorias, y a veces también en los alveolos pulmonares. Se trata de una enfermedad progresiva que, por desgracia, suele ir empeorando poco a poco salvo que se trate a tiempo.
Existen dos formas de EPOC, la bronquitis y el enfisema. Mientras este último se produce por daño en los alveolos, la bronquitis se origina por daño en los bronquios e implica tos prolongada y grandes cantidades de moco.
¿Por qué se produce?
La causa principal guarda relación con la inhalación de sustancias irritantes; sustancias que provocan una reacción inflamatoria en las vías respiratorias. La inflamación llega a convertirse en crónica produciendo cicatrices y haciendo más difícil el paso del aire y el intercambio de gases en los pulmones.
La inhalación de humo de tabaco es, con diferencia, el principal motivo por el que se puede llegar a desarrollar EPOC. Sin embargo, también existen otras causas como la hiperreactividad bronquial, la inhalación de otras sustancias (generalmente químicas por exposición laboral), la contaminación o los antecedentes familiares.
¿Cómo puedo saber si tengo EPOC?
Los síntomas más frecuentes de esta enfermedad pulmonar son la tos, aumento de mucosidad y ruidos respiratorios (roncus y sibilancias), falta de aire que empeora con los esfuerzos y dolor en el pecho.
Ante la mínima sospecha se debe realizar una espirometría que valore la función pulmonar. No hay que tener ningún miedo, no se trata de una prueba dolorosa, aunque requiere mucha colaboración puesto que el paciente debe inhalar y exhalar aire en determinados momentos con distinta intensidad.
La espirometría permite monitorizar la enfermedad, es decir, que se puede repetir cada cierto tiempo para comprobar si la función pulmonar está mejorando o, por el contrario, está yendo a peor.
Otras cosas que pueden hacerse es medir el volumen pulmonar, el oxígeno en sangre con un pulsioxímetro (una maquinita que se pone en el dedo) o los gases arteriales con una gasometría (se pincha la arteria para obtener sangre y medir los gases). Todas ellas nos pueden proporcionar información para conocer el estado de la persona que padece EPOC.
¿Existe tratamiento para el EPOC?
A pesar de que no hay un tratamiento que pueda acabar con ella, sí que hay muchos tratamientos que pueden mejorar la función pulmonar y, por tanto, la calidad de vida de la persona. Eso sí, nada es tan importante como que el paciente deje de fumar. Una vez que se corte con este feísimo vicio, la enfermedad no se curará pero sí dejará de empeorar, lo cual ayudará a evitar daños mayores.
¿De qué me sirven los inhaladores?
Lo que llevan estos cacharritos son unas sustancias llamadas broncodilatadores que actúan abriendo las vías respiratorias y disminuyendo la cantidad de secreciones. Los hay de dos tipos, de acción corta y combinados, y se administran mediante distintos dispositivos: a través de inhaladores presurizados de dosis medidas (IDM), inhaladores activados por la respiración e inhaladores de polvo seco y nebulizadores.
El dispositivo se elige dependiendo de las características de la persona y es importantísimo saber utilizarlos para que el medicamento llegue a todas las vías respiratorias.
Por otro lado, tenemos los corticoides, que pueden combinarse con los broncodilatadores. Los corticoides pueden usarse en pastillas o en inhaladores, aunque los tratamientos con pastillas suelen ser cortos. No se debe abusar de ellos ya que tiene efectos secundarios.
Otras cosas igual de importantes que el tratamiento
- Evitar el tabaco es tan importante que no podemos dejar de repetirlo. Se ha comprobado que en los pacientes con EPOC que dejan el tabaco la progresión de la enfermedad pasa a ser mucho más lenta. Y también disminuyen el esputo y la tos. Dejar de fumar no es solo bueno para los pulmones; también lo es para el corazón, las arterias, los riñones, el medioambiente y el bolsillo. Pide ayuda a tu médico para conseguirlo.
- El oxígeno puede llegar a ser necesario también en algunos casos como por ejemplo debido a una infección o porque se haya sufrido otra enfermedad. Aun así, el exceso de oxígeno también puede resultar perjudicial, así que hay que hacerlo con mucho cuidado, consultando siempre al médico y nunca fumando con él puesto.
- La alimentación es otro de los pilares fundamentales. Las personas que tienen dificultades respiratorias pueden perder el apetito o simplemente estar muy cansadas a la hora de comer. Por eso se recomienda:
- Hacer comidas frecuentes, con menos cantidad y muy nutritivas (por ejemplo huevos).
- Hacer comidas que lleven poco tiempo de preparación.
- Tomar vitaminas y suplementos nutricionales.
- Si a pesar de hacer todo lo anterior, se sigue perdiendo mucho peso, es recomendable utilizar estimulantes del apetito.
¿Cómo funciona la rehabilitación pulmonar?
Los programas de rehabilitación pulmonar están diseñados para mejorar la capacidad de realizar ejercicio, mejorar la calidad de vida y disminuir el número de agudizaciones de EPOC. Educación, ejercicio, apoyo social, técnicas respiratorias y ejercicios para disminuir síntomas de disnea se aúnan dentro de los programas de rehabilitación pulmonar, muy útiles para aprender a convivir con la enfermedad.
¿Todos los EPOC acaban en trasplante?
¡Ni mucho menos! Únicamente cuando se han probado todos los tratamientos y no ha habido éxito, cuando la rehabilitación no ha funcionado y el pronóstico es muy malo, se empieza pensar en esta opción. Antes siempre hay que agotar todas las posibilidades. Porque si se lleva un buen tratamiento, las probabilidades de llegar a esta opción son bajas. Pero, ¿qué más puede hacerse para evitar llegar al trasplante si se tiene EPOC? Aquí te damos algunas claves:
- Deja el tabaco de inmediato.
- Haz ejercicio a diario.
- Lleva una dieta equilibrada.
- Aprende técnicas respiratorias para expulsar las secreciones de una manera fácil.
- Asegúrate de que utilizas bien los inhaladores.
- Evita las infecciones siguiendo el calendario vacunal que tu médico te haya indicado y no abuses de los antibióticos, excepto los que te hayan sido prescritos
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